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refugiados

Olvida la xenofobia. Obvia las opiniones retrógradas, el odio y tus supuestas diferencias. No es inmigrante. No es refugiado. Es un ser humano, como tú. No viene a quitarte el trabajo. No viene a violar a tus hermanas. No viene para vivir en la estación de tren. Viene porque su país ha sido destruido por tu gobierno. Viene porque tiene el mismo derecho que tú a vivir. Viene porque este mundo le pertenece tanto como a ti. El mar está lleno de cadáveres y cada vez que se hunde un barco, cada vez que aparecen cuerpos en las playas ni se te ocurra decir que el conflicto es suyo, que no te afecta, que son problemas del tercer mundo. No. Esto es cosa de todos. Es nuestro problema. Un problema de toda la humanidad. Porque no hay tercer mundo ni primero, todos compartimos el mismo. Y la decadencia de nuestro pensamiento llega al fondo del Mediterráneo, llena la morgue y los ataudes sin nombres. Nuestro declive moral da vergüenza. Luchamos contra la explotación del Ártico pero sentimos miedo de las olas migratorias que vienen a perturbar nuestra vida ideal de perfectos y cultos occidentales. Buscamos soluciones sin eficacia, hacinamos vidas en campamentos paupérrimos pero no nos planteamos cómo podemos acabar con la situación que les obliga a huir. Seguimos promoviendo conflictos mientras decimos que en Europa no hay lugar para todos. La próxima vez que pongas la televisión recuerda que nadie abandona su casa, su tierra, su familia porque quiere. Nadie huye de un mundo perfecto. Nadie paga miles de euros para ir en una barcaza hinchable a un continente que no los quiere recibir. Recuerda que si sigues promoviendo y apoyando este sistema sádico, el próximo en huir puedes ser tú.

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